BIZCOCHO «CURCUBITÁCEO» O DE CALABAZA

A ver, almas de cántaro, antes de nada voy a hacer un apunte. Y es que si queréis dejar algún comentario (os morís de ganas, lo sé) tenéis la opción aquí arriba, justo debajo del título. Lo comento porque varias personas me habéis preguntado ya por ello… y una que no es muy diestra, informáticamente hablando, ha intentado moverlo de sitio para que sea más evidente, pero la plantilla se me resiste y la neurona no da más de sí. Mil disculpas.

Aclarado este pequeño detalle pasemos al lío. He estado dándole vueltas sobre qué receta compartir con vosotros, mis pequeños saltamontes, y aunque me estáis pidiendo, qué digo pidiendo… ¡suplicando! la receta de los bollos de mantequilla (si es que hasta me abordáis por la calle, y no es broma) creo que nos viene al pelo esta receta. Lo digo por la tontería de Halloween y demás chorradas calabaciles. Que ya de paso aprovecho a decir que a mi estas tradiciones importadas como que no me entusiasman demasiado… pero hacer el «monguer» me va, y mucho, y si no os lo creéis estad atentos a mi instagram y veréis próximamente mi última friki-adquisición…

Venga, va, que sí, que lo que realmente pasa es que tenemos el mismo problema con las calabazas que con los huevos. Nos salen por las orejas. No sé qué pasa pero todos los años las calabazas invaden la huerta ¡a lo loco! y a mí es que me quita el sueño, en serio. Estoy por llamar a Iker Jiménez a ver si descubre qué es lo que pasa porque mi padre se hace el sueco… no, si será que las curcubitáceas se reproducen por ciencia infusa o por wifi (aunque esta última opción la descarto porque allí la cobertura brilla por su ausencia). Total, que aquí la servidora, que es madre de dos niños intensos que se caen de la cama a horas intempestivas (y no os digo nada ahora con el cambio de hora… sin comentarios), se encuentra de pronto antes de las 7 de la mañana en la cocina rodeada de calabazas y claro, hay que pensar rápido y ponerse manos a la obra (no vaya a ser que las muy jodías se sigan reproduciendo). Crema de calabaza, lasaña de calabaza con almendras y queso azul (te mueres de lo buena que está, por cierto), calabaza al horno… y sí, señoras y señores, ¡bizcocho de calabaza! Que a ver, que otra opción que me estaba planteando seriamente era darle al DIY y fabricarme una carroza estilo cenicienta (anda que no iba a molar) pero luego me he acordado de lo mal que está el tema del aparcamiento por aquí y a ver a dónde meto los caballos, que esa es otra. Vamos, que no acabo de verlo.

Bien, la receta la encontré, en http://www.mrmlada.com (¡gracias!) y me vino de perlas para dar salida a la invasión curcubitácea.

Los ingredientes que vamos a necesitar son:

  • 3 huevos
  • 100g de azúcar moreno
  • 100g de azúcar blanquilla
  • 250g de harina de repostería
  • 1 sobre de levadura
  • 140ml de aceite de girasol
  • Media cucharadita de canela
  • 100g de perlitas de chocolate
  • un puñado de almendras picadas
  • 250g de calabaza asada (unos 600g de calabaza cruda)
  • Una pizca de sal
  • «Un beso de esos» de ZenetIMG_9566.JPG

Lo primero que vamos a hacer es preparar la calabaza porque vamos a necesitar que se enfríe para poder seguir con la masa. Así que pelamos la calabaza, retiramos las pepitas (en caso de que las tuviera) y cortamos en dados. Podríamos asarla en el microondas, como nos cuentan en el blog que os he mencionado, pero yo me arreglo mejor en una cazuela. Ponéis los trozos de calabaza a fuego medio y esperáis a que quede blandita. Cuando veáis que la podéis chafar con el tenedor ya estaría lista. La escurrimos bien, que pierda todo el agua, y reservamos en un bol hasta que se enfríe.

Para preparar la masa del bizcocho lo primero que tenemos que hacer es batir las yemas con el azúcar hasta que doble el volumen y quede blanquecino. Preparad el brazo, aunque si no os atrevéis siempre podéis echar mano de unas varillas eléctricas (cobardes…).

Añadimos a esa mezcla el aceite, la canela, la calabaza asada y seguimos batiendo hasta que se integre todo bien. Ahora añadiríamos la harina y la levadura, tamizadas, y seguimos integrando todo poco a poco. Por último agregamos las perlitas de chocolate.

En otro bol tenemos que montar las claras a punto de nieve con la pizca de sal. Yo aquí me confieso una cobarde, sí, y me ayudo de la tecnología.

Añadimos las claras montadas muy poco a poco, a la masa que ya teníamos, con movimientos envolventes para que no se bajen.

Vertemos la masa en el molde que más rabia os dé. Yo me declaro fan absoluta de un molde de Lekué que tiene la base de cerámica y el resto es de silicona. Es una bomba. Pero reconozco que yo soy un pelín maniática y eso de acabar con los dedos grasientos, para embadurnar con mantequilla los moldes, me pone muy nerviosa. Soy así.

Que me lío. Precalentamos el horno a 180 grados, con calor arriba y abajo, y para adentro. En unos 50 minutos debería estar hecho, pero como cada horno es un mundo, mejor que de vez en cuando le echéis un ojo (anda que no da gustito ir viendo cómo sube). Además… por el olor vais a saber cuando empieza a estar en su punto y si no, la prueba del algodón no falla: metéis un palillo y si sale limpio ya está.

Cuando lo saquéis del horno dejadlo que se enfríe encima de una rejilla antes de desmoldar. Después un poco de azúcar glass por encima y a gozarlo como si no hubiera un mañana.

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Anotaciones:

  • La receta no llevaba almendras pero a veces me entra la rebeldía y me da por innovar.
  • No tenía azúcar moreno ese día así que sólo utilicé azúcar blanquilla y ¡oh, milagro! el bizcocho sale igual.
  • Le podéis añadir vainilla, nueces… como siempre os digo: volveos un poco locos en la cocina (y en la vida en general), es mucho más divertido.
  • Las perlitas de chocolate las suelo pasar por harina antes de añadirlas a la masa para que no se queden apelotonadas en el fondo (que igual es una leyenda urbana… pero yo siempre lo hago).

En esta ocasión el ingrediente especial no podía ser otro. Y es que el jueves pasado pude disfrutar del concierto que dio Zenet en Bilbao y la canción con la que abrió fue ésta. No me digáis que no es un planazo hornear el bizcocho con esta banda sonora. O mejor aún, ¡meterle un bocado escuchándola!.

Venga, ya estáis yendo a comprar calabaza hoy mismo y me contáis qué os parece este bizcocho. ¡Es una orden!.

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